Foros
de Discusión sobre políticas Culturales
Mesa
CAB de Cultura: Región MERCOSUR
31 de julio al 5 de agosto de 2008, Argentina
Experiencias
de las Mesas CAB de Cultura
Guillermo Sunkel[1]
nos llama la atención acerca de tres posibles escenarios para entender conceptualmente
a la cultura actual: Primero, la noción de cultura como una forma de vida.
Segundo, la multiculturalidad como referente de los cambios en la composición
poblacional y finalmente, la cultura como producto de la articulación del
funcionamiento de las instituciones sociales con los medios de comunicación.
Afortunadamente, hace tiempo dejamos atrás la
idea decimonónica de que la cultura sólo se refería a temas de índole estético,
por una mayor y, desde luego, mejor apreciación en cuanto al quehacer, en el
terreno de lo cultural, de las mujeres y los hombres en el desarrollo de su
comunidad, es decir, por una apropiación más antropológica. Pablo da Silveira
la define, a la cultura, como el patrimonio común de las ideas, conocimientos e
interpretaciones que nos permiten afirmar que vivimos en un mismo mundo[2].
La mención de estos dos especialistas de la
cultura nos sirve para hacer énfasis en una realidad: el mundo se ha
globalizado. Estamos viviendo una transformación cultural que nos rebasa, la
globalización nos ha tomado por sorpresa y no nos ha dado tiempo para pensar en
cómo debemos enfrentarla.
Aquí no nos detendremos a encontrar una
definición unívoca que dé cuenta de nuestro quehacer. Con este complejo sistema
de significados rastrearemos en el hacer cotidiano las acciones de los
promotores culturales, administradores de la cultura, creadores y demás
actores, las prácticas tendientes a la construcción de los espacios de diálogo
y reflexión que apuntan, en sus fines, a la construcción de una cultura para la
integración.
Cito, nuevamente, al Dr. Pablo da Silveira que
dice “… si queremos darle un mejor equipo cultural a los miembros de las nuevas
generaciones… el primer frente de ataque no estaría en la institución escolar
sino fuera de ella, más precisamente en ese terreno difuso pero decisivo al que
llamamos cultura… ¿Significa esto que tenemos que olvidarnos de la escuela?
Ciertamente no. Pero sí significa que, además de docentes bien preparados y de
planes de estudio suficientemente flexibles y actualizados, precisamos de
agentes culturales que nos ayuden a explorar las posibilidades que encierra
este nuevo mundo”[3].
Pues bien, este es el quehacer que nos reúne hoy
día en este encuentro, ello gracias al concurso del Convenio Andrés Bello
(CAB), la Secretaría de Cultura de la Presidencia Argentina y otras instancias que
gustosamente se han sumado a estas iniciativas.
Quienes hemos estado cerca del CAB sabemos que
una de sus metas primordiales es el fortalecimiento de los procesos de integración
para la construcción de una comunidad de naciones mediante la consolidación de
una cultura de integración. Las Mesas CAB de Cultura buscan la convergencia de
todos los actores cuya labor sea precisamente coadyuvar en la realización de
este objetivo fundamental del Convenio.
Los objetivos de las Mesas han quedado
debidamente definidos: propiciar un espacio para el intercambio en torno a los
procesos culturales locales, identificar temas y socios locales, así como
generar reflexiones y debates en torno a las políticas culturales.
Para tal efecto, en un marco de pluralidad,
respecto y apertura se busca la participación de todos los actores de la
cultura, es decir, reunir a los creadores, a los gestores culturales,
académicos, artistas, representantes de la sociedad civil y representantes de
agencias de cooperación internacional, cuyo objetivo sea el cuidado y
desarrollo de nuestro patrimonio cultural para construir un espacio de diálogo
donde quepan todas las ideas y todas las voces.
Las Mesas CAB de Cultura iniciaron en Bogotá y,
a partir de allí, han ido recorriendo el continente para dar cuerpo a una
concepción común. En agosto de 2007 se realizó la Mesa Mesoamericana en San
Salvador. Posteriormente, en octubre del mismo 2007, nos reunimos en un
encuentro similar en la Mesa Andina, en la ciudad de Quito en el Ecuador. Ahora
nos recibe Argentina. Se continuará en La Habana con la Mesa para el Caribe, y
se cerrará el ejercicio en Bogotá con la Mesa de Mesas.
Este preámbulo sólo sirve para llevarnos a la
reflexión, espero suficientemente profunda, acerca de lo que queremos sea el
escenario desde el cual se incida en la construcción de políticas públicas para
una cultura de la integración, cuyo rostro este sustentado en el desarrollo
cultural de nuestros pueblos y con las voces de sus principales actores, la
ciudadanía.
Ahora bien, qué buscamos en estas
aproximaciones con los actores de la cultura. Sin duda queremos tener la
certeza de que nos encontramos en el camino correcto para la construcción de
políticas públicas en el ámbito cultural que nos acerquen a vivir en sociedades
plurales, tolerantes, dialógicas y democráticas –aquí no nos referimos
exclusivamente a los indispensables valores políticos, sino a todo este sistema
de preceptos que nos llevan a una convivencia pacífica- donde todos los rostros
sean uno solo pero al mismo tiempo se conserven las particularidades de cada
rincón de nuestros pueblos. Entendemos que la mayoría de los temas importantes
de la vida ciudadana se da en ámbitos locales.
De ninguna manera resulta ocioso decir que es
la cultura quien se encarga de dar cuenta del desarrollo de cada nación y su
acercamiento con la apertura democrática a la que aspiramos con ahínco.
En las distintas Mesas ya efectuadas se han
abordado diversos campos y las conclusiones de cada una de ellas tienen puntos
de contacto entre sí que valdría la pena rescatar. En ellas, se ha dejado en
claro las grandes limitaciones que rodean a las políticas culturales cuando
éstas sólo responden a vaivenes políticos, es decir, políticas inmediatistas
que no atienden a los reclamos de los generadores de cultura, sino sólo al
grupo de poder en turno. Ni que decir de los inmensos recortes presupuestales
al ramo de la cultura en cada “emergencia” económica, por las que se ven
afectadas todas las administraciones públicas de nuestros países.
Por otra parte, también es claro que las
políticas culturales “en turno” no son incluyentes de todas las corrientes
estético creativas, mucho menos tienen el carácter integrador en temas que hoy
por hoy son nuestra preocupación, tales como: cultura y medio ambiente –donde
podría rescatarse al viejo saber de nuestros pueblos originarios y su trato
para con la tierra-, cultura y educación –cuyo proceso sabemos parecería
indisoluble, pero lamentablemente también sabemos que se ha priorizado en el
ámbito escolar formal el estudio de las ciencias duras y el conocimiento del
hombre por el hombre mismo está lejos de ser una rama de atención prioritaria-,
incluso también es importante hablar de cultura y tiempo libre creativo, de
empresas culturas y de una gama de temas que sólo en Mesas y Foros de Discusión
como este se rescatan.
Así, estamos lejos de configurar mercados de
bienes simbólicos y culturales que se inserten en los procesos de la
globalización tan vigente en nuestra actualidad. Cuando señalamos el término
globalización pareciera que sólo afecta o sólo nos referimos a los mercados
económicos y no reparamos en la cantidad de áreas de nuestra vida que se ven violentadas
con dicho proceso.
Estas y otras tantas reflexiones han tenido su
espacio en las Mesas CAB de Cultura. A partir de ellas se ha dado voz a los sin
rostro, a quien pocas veces han sido escuchados, asimismo se han logrado
rescatar importantes ideas para el desarrollo de la sociedad a través de la
reflexión en torno a la cultura. Algunos ejemplos de estas ideas son:
·
La necesidad de incidir en el tema de Formación
para la gestión cultural.
·
La oportuna y también necesaria tarea de crear Observatorios
culturales para la elaboración de políticas culturales efectivas desde lo
local. Considerando que el espacio geográfico es rico en memorias, consensos y
tensiones que sólo los que lo viven pueden dar cuenta de ello.
·
Trabajar con denuedo en el tema de Cultura en
el ámbito de la educación formal y no formal.
·
Un tema de suma importancia es la Cooperación
internacional para la búsqueda de apoyos a proyectos culturales viables, en
este caso juega un relevante papel el concurso de los organismos
internacionales. Es importante incorporar el tema de cultura en la agenda de
las negociaciones internacionales.
Como dije, estas reflexiones son sólo botones
de muestra de las acciones que nos falta por realizar en torno a procesos
culturales para el desarrollo. Entendemos que la cultura reviste una mayor
importancia cuando se inserta en la vida social como un instrumento coadyuvante
para la cohesión social, hacia allá enfilamos nuestros pasos.
Antes de concluir quiero referirme a tres temas
que considero son vitales y a los cuales les debemos una mayor atención:
Primero, el tema de Cultura y Migración. Sabemos que los flujos poblacionales
tanto internos como externos provocan tensiones difíciles de encarar, toda vez
que los desequilibrios que suscitan en las comunidades receptoras de población
migrante muchas veces impiden observar las nuevas posibilidades de interacción
cultural. Estimo que el tema de cultura y migración deberá abordarse con mayor
amplitud en cada reunión de esta naturaleza.
El segundo tema que considero de una mayor
relevancia y que aún no hemos abordado en su totalidad es el tema de Cultura y
Juventud. Las y los jóvenes de de nuestra América Latina, se encuentran a la
expectativa de conocer cuáles serán las políticas públicas que los aprecie como
el centro de atención. La atención que demos a nuestros jóvenes tendrá un
efecto positivo en el futuro inmediato de nuestros pueblos porque elevará el
desarrollo social de manera exponencial.
El tercer punto tiene que ver con el tema de la
violencia. El mundo contemporáneo nos presenta un alto grado de violencia,
tanto social como criminal, que nos impide una convivencia pacífica y plena. En
alguno de nuestros países los temas como narcotráfico, guerrilla, prostitución
infantil, delincuencia organizada, cubren las primeras planas de los diarios
locales, los vemos tan cercanos que su presencia nos parece cuasi normal.
Sucede lo mismo con los temas de violencia social tales como pobreza extrema,
discriminación por diversas causas, y tantos otros que nos hemos acostumbrado a
vivir con ellos. Considero que no debemos permitir que nuestra convivencia esté
mediada por estas laceraciones sociales.
En ese sentido, apelo nuevamente a la cultura y, desde luego, a los gestores y
administradores culturales, como el instrumento capaz de ofrecer alternativas
viables para encarar estas tres demandas enunciados.
Finalmente, tenemos que regresar a la pregunta
de origen ¿qué queremos propiciar con nuestras Mesas de Cultura? En resumen, lo
más importante que vemos para el futuro cercano es la consolidación de lo que
se ha logrado en más de una década, a través de los esfuerzos del CAB, y
presentar un cuadro coherente y general que haga énfasis en el campo de las
políticas públicas desde las estrategias de desarrollo creativas. Consideramos
que estamos en la búsqueda de construir una política cultural que fortalezca la
integración latinoamericana e iberoamericana, toda vez que nos reconocemos en
un tronco compartido, pero al mismo tiempo rico en su pluralidad, aquí está el
sustrato decisivo de lo que a cultura se refiere de una integración con sentido
contemporáneo.
[2] Da Silveira, Pablo. “La educación
siempre llega tarde”. http://www.eoi.es/pensariberoamerica/ric03a04.htm.
[3] Op. Cit.
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