viernes, 26 de julio de 2019

LA NOCHE DE LAS BALLENAS

                                                                            

             

La noche de las ballenas[1]
Mauricio Yáñez


Conejo, pingüino:

Quisiera ser una ballena para poder tragarte. Empezaría por donde tú ya sabes… y terminaría de comerte por las nalgas. Esas nalgas tuyas tan peludas, tan duras, tan entrañables, lo mismo que tu barbilla acariciándome con esos vellos siempre finos, siempre amándome.
Sí, quisiera ser ballena para comerte completo y no dejarte ir nunca más. Tenerte dentro de mí, como en aquellos días en que verdaderamente te sentía dentro de mí, remolineándote, entrando y saliendo una y otra vez hasta siempre.
Eres conejo por tu manera de ser saltarín, inquieto, por tu disposición a amarme, por tu locura por mi sexo que ahora te gime, te extraña. Pero también eres pingüino porque eres aparente, siempre disfrazado con un traje de adulto para que la gente no te reconozca y descubra que en realidad eres un conejo, un conejo saltarín en mi cama. ¿Desde cuándo no he visto al conejo?

                                                                                       La ballena



            Esta fue la primera carta que Marcia le mandó, usando como paloma mensajera a su amiga, aquella que trabajaba muy cerca de donde laboraba él y que fue, al mismo tiempo, el vehículo que utilizara el destino para que Marcia lo conociera.

                        Desde el principio de la relación Marcia se sabía en desventaja. Él nunca ocultó su condición de esposo y padre. Nunca le prometió nada, sólo aquellos momentos que le pudieran robar a la rutina, entrevistas fugaces y casi siempre para tener sexo, encuentros que invariablemente terminaban mucho antes del amanecer. Sólo relaciones vampíricas, para morir antes de la salida del sol.

                     

Lo conoció en una fiesta en que la amiga-mensajera invitó a Marcia.  Rítmicamente se dejaron llevar. Desde el primer instante se amaron, siempre en el departamento de ella, comprendiendo la fragilidad del juego, la no renuncia a la condición previa. Marcia y su impotencia.

Ausencia:

No he podido acostumbrarme a tu partida. Te grito cada segundo por cada milímetro de mi piel y de mi ser, porque desde que te fuiste conocí que yo soy dos. Una es sólo cuerpo que hace todas las cosas que hacen los demás cuerpos: duermo -a veces-, me baño -tres veces diarias-, como -sólo lechugas-. La otra no tiene nada que ver con la primera, esta otra grita más fuerte, es la que te recuerda, suspira por tus retozos en mi cama, es la que verdaderamente siente cuando estás dentro de mí, es ella y no la primera, la que ha enmudecido desde ayer, o desde hace siglos y no quiere volver a hablar, por eso la odio.
Conejo, conejo saltarín, ¿cuándo volverás a saltar sobre las dos?

                                                                       La ballena que come lechugas
                                                                                   por falta de conejos


                        Esta segunda nota fue enviada por Marcia, nuevamente vía la amiga-mensajera, a los diez días que él le comunicó que no volvería. La amiga le pidió que fuera a verla tan sólo para regresarla al mundo, él se negó.

                        La relación de ellos duró sólo dos años, inconstante, pero siempre con un regreso, una vuelta a la tuerca de las improbabilidades. Se fustigaron hasta la saciedad. Cada regreso fue más violento y más breve, hasta que no hubo más.


Conejo, ausencia, pingüino:

Desde ayer empecé a escribirte, he escrito miles de letras y no entiendo por qué la hoja sigue en blanco, quizá las perdí. Eran un recuento de los días de la infancia en que los conejos no me inquietaban ni los padecía. También escribí de los años de escuela, días y años largos; así, escribiendo, te vi pasar por la hoja en blanco y anoté los saltos de un conejo que retozaba en mi cama, que al inicio de la tarde se metía dentro de mí y en el transcurso de las duermevelas desaparecía hasta la tarde siguiente para volver a retozar en mi lecho y volver a meterse en mí.
Este cuerpo que sirve para que el conejo duerma conmigo está húmedo por la ausencia, esperando que alguien regrese, el conejo saltarín o el pingüino formal. Cuerpo que sigue dispuesto a transformarse en ballena para alimentarlo dentro de ella y no dejarlo escapar.

                                                                La ballena que espera


                        Fue la tercera carta escrita por Marcia. Su aliada, la entregó religiosamente, aguardando la posibilidad del retorno, esperando, viendo pasar las lluvias.


Tultitlán, México, 31 de julio de 1999.



[1] Publicado en el Boletín Cultural ENAH. Órgano informativo y cultural de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. No. 14, marzo de 2003, Páginas 11-12.

lunes, 22 de julio de 2019

EXPERIENCIA DOCENTE EN LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA DEL SIGLO XX


III SEMINARIO DE PENSAMIENTO CRÍTICO, MEMORIA E HISTORIA.

Escuela Nacional de Antropología e Historia
Licenciatura en Historia

PIF: México Siglo XX. Cultura, Estado nacional, sociedad industrial mexicana e historia inmediata

VIERNES 1° DE JUNIO DE 2018


MESA REDONDA:
EXPERIENCIA DOCENTE EN LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA DEL SIGLO XX

Participan:

Dr. Arturo Luis Alonzo Padilla (Historia-ENAH)
Hist. Mtro. Jesús Melecio Alonso Illescas Cerda (Historia ENAH)
Hist. Gustavo Rosales Martínez (Historia-ENAH)
Hist. Silvia Verónica Vázquez Salas (Historia-ENAH)
Hist. Mauricio Yáñez Bernal (Historia-ENAH)

17:00 h
Sala de Consejos Margarita Nolasco



Ejes de la discusión para la mesa la experiencia docente en la enseñanza de la Historia del siglo XX.

Digresión o Introducción

·       La historia es la ciencia de la “sospecha” y, por ende, los historiadores también son vistos con recelo. La duda es su principal virtud.
·       Se ha equivocado de disciplina quien aspire a ser un hombre de dinero, prestigio o poder.
·       Los historiadores somos la entelequia humanista por excelencia.

1. Experiencia en la enseñanza de la Historia para Historia Universal siglo XX o de México siglo XX.
1.1 Dificultades en la impartición de contenidos.

·       Experiencia de 20 años impartiendo clases a nivel licenciatura en la ENAH.
·       La principal dificultad con la que me he enfrentado es que el grupo no “reclame” capacidad al profesor y que no se comprometa con la clase. Cuando el grupo es apático la materia se vuelve pesada y aburrida.

 
1.2 Métodos didácticos y estrategias de aprendizaje.

·       Parafraseando a Don Luis González y González (Difusión de la Historia, 1998), debemos formar historiadores filósofos, científicos o académicos y narradores o cronistas. Los historiadores filósofos son aquellos que rebuscan los por qué a través del pensamiento abstracto y en corrientes teóricas cuyas explicaciones son, en la mayoría de las veces, ininteligibles. Los historiadores científicos o académicos, son aquellos que aún hoy día se desviven por la recolección de materiales, una pesada crítica de fuentes, excesivas síntesis de datos y exposiciones lerdas de procesos económicos y sociales que escriben extensas monografías, aunque éstos gozan de buena salud, pues reciben premios y cátedras de renombre en las universidades, son poco digeribles por el gran público. Los cronistas son aquellos hombres y mujeres que se ocupan de los sucesos importantes independiente de su estirpe y se ufanan en hacer accesible al público dicho suceso.

·       Con el presupuesto anterior, nosotros hacemos que cada quien se ocupe de los temas de su mayor interés, así que la manera de trabajar es que cada alumno escoja qué temas desea abordar, ya sea en exposición colectiva o mediante un ensayo.
  
1.4 Retos por resolver.

·       El principal reto a resolver es cómo nos enfrentamos a las nuevas tecnologías y cómo aprovechamos su uso. Parece ser que la revolución tecnológica se nos adelantó.
·       En el salón de clase los alumnos están checando en la Internet los datos que el profesor va señalando.
·       Otra situación que debemos afrontar son los vacíos que se encuentran dentro del programa de estudios, por ejemplo, hace falta trabajar temas bajo el mirador de la historia comparada para mirar a un tiempo lo que pasa en diversas latitudes, o desde la premisa teórica de la historia marginal. Ésta última, la Historia Marginal es vista como esas historias de arrabal, en la que lo cotidiano es sustento y materia para su estudio, tales como poblaciones fluctuantes, niños, ancianos, migrantes, refugiados, desplazados, enfermos mentales, presos y un largo etcétera.
·       El tiempo actual, nuestro tiempo, es un momento en que la sociedad se encuentra con una moral devastada, enferma, en situación de crisis, con una mirada del fin de los tiempos, sin sosiego, en donde lo marginal, aunque sea ordinario, causa temor a la sociedad, por eso se excluye, no tiene cabida.
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2. En que forma se divide didácticamente la enseñanza y los periodos a estudiar.

·       Para su mejor comprensión, nosotros hacemos cortes sexenales.
·       Abordamos problemáticas tanto políticas como sociales y culturales, básicamente partimos desde el mirador de la historia social.
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3. ¿Cómo se vincula el aprendizaje con la formación del historiador y la reflexión ética de la disciplina?

·       El historiador debe ser un ejemplo vivo de trabajo, honradez y veracidad.
·       Como parte de nuestro compromiso social, nos responsabilizamos de abrir espacios para el diálogo entre diversos sectores de la sociedad.
·       Sin embargo, la disciplina no busca buenos o malos en la historia. No hacemos juicios de valor moral, ni nos detenemos a encasillar a los personajes por sus vicios o virtudes públicas o privadas.
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Presentación del Libro “PATIBULARIO (CUENTOS AL FINAL DEL TUNEL)”




Presentación del Libro
“PATIBULARIO (CUENTOS AL FINAL DEL TUNEL)”
 de Ulises Paniagua
Ciudad de México, Museo Mural Diego Rivera
8 de septiembre de 2011
mauricio yáñez


Conforme al decir de los clásicos, el cuento es la representación excelsa de la creación narrativa. En su breve espacio se construyen historias cuya trama queda asentada en la mente de los lectores. Y, sin duda, ésta es su mayor cualidad, la impregnación de lo contado de una vez y para siempre. El cuento es un flashazo, es una entrada inesperada, es el repentino goce de los sentidos. Es todo eso y más.

Los acuciosos creadores de estas breves ficciones, son una rara especie de narradores que huyen de los largos entresijos de las novelas. Artesanos que no dan cuenta de lo general, ni se pierden en laberínticas explicaciones superfluas, sino que atacan de forma decidida el detalle trascendental para la historia contada. Un creador de cuentos se deleita en la minuciosidad de sus ficciones y, como una constante, cubre los poros por los cuales se le pueda escapar el efecto buscado.

Las entrañas de un cuento se van mostrando sin recato para atrapar al lector, llevándolo al paroxismo en un final, la mayor de las veces inesperado e inteligente, que lo hace sonreír y releer la pieza. Los que somos asiduos lectores de cuentos, buscamos que la obra en cuestión no nos dé tiempo para la fuga, que nos atrape en un santiamén.

Por otra parte, los cuentos llamados fantásticos, muy al estilo de Borges o Cortázar, son esas piezas que buscan un más allá, es decir, su factura está sustentada en sucesos irreales, alucinados, que trastocan su propia vida en pro de una amalgama de situaciones particulares y únicas que, las más de las veces, se mueven en mundos disociados de nuestra pobre realidad, pero siempre conservando el suficiente grado de verosimilitud para la obra misma.

 
El libro PATIBULARIO (cuentos al final del túnel), de Ulises Paniagua, son historias narradas al filo de lo real imaginario. Lo mismo nos encontramos con una colmena humana cuya vida sufre una terrible metamorfosis en Relato de una coronación, o bien observamos el transitar, en mundos paralelos, a los protagonistas de Mi boda el día de o en Lluvia ácida. También, en este conjunto de pinceladas narrativas, Ulises Paniagua nos traslada a verdaderos desafíos sociales, no por ello menores en su concepción, ni lejanos de una grata lectura, en sus cuentos Un domingo en el estadio, El ejecutor y Con boleto al inframundo. El primero de éstos, Un domingo en el estadio, que se refiere a la violencia que ejercen las masas anónimas en un estadio de fútbol y cuyo sangriento final queda registrado en la mente de Púber, el protagonista; El ejecutor, que se convierte en ese “ojo que todo lo ve” y no transige ante la corrupción burocrática; y Con boleto al inframundo, en el cual se acusa del daño ecológico que se está ejerciendo sobre nuestro planeta.

Asimismo, dentro de este mundo bizarro en que se convierte PATIBULARIO, se nos presentan un par de obras de corte existencialista en Historia de la trágica y misteriosa desaparición de la señorita Poesía y en La vida me visita. En ambas obras nos encontramos con la búsqueda de una razón para la vida.

Estimo que PATIBULARIO (cuentos al final del túnel), tiene garantizada una saludable vida en el escenario de las letras, no me resta más que recomendar su lectura. Enhorabuena por este esfuerzo.

Muchas gracias.