Ceremonia de Clausura. Generación 1998-2002
Ciudad
de México, 15 de noviembre de 2002
Hist.
Gumercindo Vera
Coordinador de la Lic. de Historia/ENAH
Estimadas Alumnas y Alumnos que hoy egresan
Señoras y Señores
Amigos todos:
En primer término permítanme expresarles el beneplácito y el honor que
me resulta compartir con todas y todos ustedes esta noche en la que, una nueva
generación de historiadoras e historiadores emprende el vuelo hacia nuevos
confines tanto del conocimiento histórico como en sus actividades personales;
noche que, por otra parte, también nos presenta un cúmulo de sentimientos
encontrados, que al unísono nos llevan de la alegría a la nostalgia y
viceversa. Alegría porque nos ha tocado presenciar el crecimiento y constante
deseo de aprendizaje de los nuevos adoradores de Clío; nostalgia, por el
necesario alejamiento que tendrán, algunos de ustedes, de esta Casa de
Estudios, pero que sabemos, pondrán su nombre en el lugar que le corresponde.
La pregunta que en estos momentos me viene a la mente es: ¿Qué
significado tiene actualmente el papel de la historia y del historiador en esta
sociedad? Sociedad que se caracteriza por ser moderna, global y tecnologizada,
en donde pareciera que a nadie le interesa rescatar los olvidos del pasado. La
respuesta sin duda es compleja y no podrá más que vislumbrarse, quizá a lo
lejos, esta noche. La ciencia de la historia se encuentra en un estado de
lamentable ambigüedad; por un lado, encontramos voces que claman por la fuerza
natural que tiene el conocimiento del pasado y la necesaria urgencia de
aprender y beber de su manantial para evitar errores ya vividos; sin embargo, y
pese a esta notable insistencia, por otro lado, tenemos también una realidad
que nos demuestra que a muy pocos les inquietan los saberes del ayer, más allá
de lo académico, por supuesto. Luego entonces, nos corresponde a los
historiadores, revalorar la particularidad e importancia de nuestro quehacer;
nos vemos obligados, y principalmente ustedes que habrán de enfrentarse a estas
inconsistencias, a ofrecer respuestas inteligibles a los estragos de este
inquietante presente.
Considero que el historiador de los nuevos tiempos es el hombre o
mujer que despierta el sueño de los muertos con un propósito: objetivo,
definido y claro; que se inmiscuye en la vida de los antepasados con la
finalidad de hacer un trabajo socialmente útil y de beneficios tangibles; que
aprovecha las nuevas herramientas que la tecnología pone a su alcance para
realizar estudios de mejor calidad y, por último, que no demuestra miedo,
aunque lo sienta, ante las posibilidades de la comunicación virtual a través
del Internet o las redes modernas de interrelación que poco se parecen a
nuestro ejercicio artesanal. Sin embargo, no debemos olvidar que la fuerza de
nuestra práctica se encuentra en los sinuosos laberintos de los archivos
históricos y sus miles de empolvados documentos, cuyos contenidos están a la
espera de su redescubrimiento. Nunca debemos dejar de lado el interés, en
ocasiones hasta infantil, de búsqueda y asombro ante las maravillas de nuestros
hallazgos, los conmino a no dejarse vencer por las adversidades toda vez que
ellas –las adversidades- forjan el carácter del investigador. Sabemos que una
de las virtudes del ejercicio histórico es la paciencia, habrá que recurrir a
ella cuando las investigaciones demoren más de lo esperado.
Por otra parte, y esto lo manifiesto como una mera invitación,
considero que debemos aprovechar las bondades del conocimiento del pasado para
transformar nuestra sociedad. El mundo en que vivimos es por demás violento,
inequitativo e incierto; carecemos de las más elementales certezas sobre todo
aquello que nos rodea y nuestros miedos reales e imaginarios se acrecentan día
con día. Quienes nos dedicamos al estudio de las ciencias humanas tenemos la
honrosa y delicada tarea de ser motores del cambio, nuestra sociedad esta a la
espera de escuchar nuestra voz. Debemos construir una sociedad humanamente
accesible para nosotros mismos y para las generaciones que nos sucederán.
Para finalizar, estimadas alumnas y alumnos que hoy egresan de la
Escuela Nacional de Antropología e Historia, Casa de Estudios que les brindó su
cobijo por espacio de cuatro años y que hoy los ve partir, espero que el futuro
les sea prometedor y lleno de éxitos profesionales; que el refugio que buscaron
en la historia sea el motor para nuevas aventuras.
Muchas gracias.
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