jueves, 17 de diciembre de 2020

Comentarios sobre la novela "Elogio a la oscuridad"

 


 

COMENTARIOS DEL DR. CLAUDIO VADILLO LÓPEZ (ENAH)

"Elogio de la Oscuridad”, novela de Mauricio Yáñez.

 

Nota dedicada a Germán Luis Andrade Muñoz, compañero historiador egresado de la ENAH, recientemente fallecido.

 

Leí la novela policíaca “Elogio de la oscuridad”, escrita por Mauricio Yáñez (Ciudad de México, 1965), apenas publicada por Editorial FRIDAURA en octubre de este 2020. Fui halagado con el regalo de un ejemplar por su autor a quien conocí como alumno de la Licenciatura de Historia de la ENAH a fines de los 90s. Posteriormente impartiríamos cursos de historiografía por más de tres lustros  en la misma institución.  Después de muchos años en el servicio público y de publicar cuentos y artículos en diversas revistas Mauricio encontró el espacio de tiempo para dedicarse a escribir y publicar esta su primera novela.

 

Me pareció muy lograda en cuanto a su estructura narrativa, pues, de acuerdo a lo que indican los cánones de la novela policíaca, según he leído en algunos artículos, mantiene el suspenso de la historia hasta llegar a un final totalmente inesperado y sorpresivo, y va llevando al lector por varios caminos de la investigación y jugando con varias suposiciones respecto a la resolución del crimen de “Benjamín Jurado” que es con el que abre la historia que se cuenta.

 

Al iniciar la lectura, en esa casa de escritores, la ubicación de toda la acción en un solo escenario, una “Residencia para Escritores Becados”,  en el que están cautivos coexistiendo todos los protagonistas, me recordó una serie de televisión con casos policíacos de Agatha Christi. Un estilo muy inglés, me parece, de plantear la problemática de que se trata la historia. En este mismo aspecto de los escenarios la selección de la zona geográfica de Teotihuacán, árida, fría e inhóspita, no solo me pareció muy correspondiente con la frialdad de los crímenes narrados, sino que me permitió confirmar cuando influyente ha sido sobre su formación personal esa región, pues su Tesis de Licenciatura de Historia la hizo sobre el Insurgente José Francisco Osorno que operó una guerrilla contra el gobierno novohispano en esa zona.

 


Por otra parte, creo que dibuja muy bien a sus personajes. Consulte una biografía del escritor policíaco Raymond Chandler, y me pareció que se acercas al método con el que él hace este trabajo.

 

Además, remitiéndose su profesión de historiador Mauricio relata como parte de la novela la historia de una asesina del Siglo XIX, “La dama de seda”, que a lo largo del texto parece no tener mayor importancia y resulta clave en el desenlace de la novela.

 

Me gustó mucho la claridad, pulcritud y limpieza de su escritura, lo que denota la preocupación por el correcto uso del castellano y el rigor que se impuso para revisar el texto las veces necesarias para que quedara con gran calidad.

 

Por último, creo que estas forjando un estilo propio que seguramente le será reconocido por los lectores de novela policíaca que acedan al texto. Me parece, en esta superficial reflexión que es un estilo frío, calculador y poco emotivo. En fin, lo felicito. Recomiendo ampliamente la novela para el público lector, le mando un abrazo fuerte y esperamos la siguiente novela.

 


 

 

 

lunes, 14 de diciembre de 2020

De la región histórica a la región virtual

 

De la región histórica a la región virtual

XV Congreso de Historia Regional,

Mazatlán, Sinaloa, México, (8 al 10 de diciembre de 1999).

 

Mauricio Yáñez

 

A Claudio Vadillo, por el amor que siente por la historia regional.

 


                        Inicio la presente ponencia con el ánimo de traer a cuenta una reflexión personal sobre las transformaciones que en la actualidad presenta, a fuerza de adoptar los cambios que la misma sociedad va sufriendo en esta última etapa del milenio, nuestra fuente de inspiración, nuestra querida historia, vista como una manera de hacer comprensible este presente tan convulso.

                        Expondré algunas ideas que se han planteado acerca de la manera en que se ha conceptualizado el saber histórico desde sus primeros tiempos llegando a una concepción metodológica bautizada como historia regional. En la segunda parte de esta exposición me dedico a hablar de las súper regiones o regiones universales, finalizo este trabajo en la actualidad del internet como súper carretera de intercomunicación e interrelación.

                        Para entrar en el tema, me acojo a la siguiente pregunta: ¿Qué es lo que tiene la historia para convocarnos con tal fuerza y mantenernos reunidos en estos eventos? Si aún hoy día en las aulas universitarias muchos estudiosos siguen la discusión, muy enriquecedora por lo demás, acerca de sí ella, la historia, es una ciencia, un arte o sólo un entrañable cariño que nos lleva a recopilar datos para una investigación, o como lo plantea Octavio Paz “El historiador es un personaje a medio camino entre el científico y el poeta. No produce leyes ni metáforas sino coherencias”,[1] algunos de los aquí presentes furiosísimos me gritarán que la historia es una ciencia con toda la autoridad de cualquier otra, incluso igual, en cuanto a categoría, que aquellas conocidas como ciencias duras, porque sigue un riguroso procedimiento que la lleva a formular teorías con estricto apego a la verdad, a la verdad histórica por supuesto (quiero decir sin que el historiador emita juicios de valor), estos mismos defensores de la ciencia histórica dirán que la discusión que yo estoy planteando aquí carece de sentido pues desde el siglo pasado a la historia se le ha dado la categoría de ciencia. No obstante, sigue resultando interesante tal planteamiento; otros, menos acalorados, observarán que la historia más parece un arte porque el historiador, como paciente y sabio artesano, va moldeando lo que desea presentar a su público lector, extrayendo de esa fuente inagotable de los hechos históricos los que a su juicio merecen tal calificativo, los lleva al seno de una investigación para que queden por siempre plasmados y multicitados en trabajos ulteriores,[2] ello sin menoscabo de las grandes discusiones que se producen cuando nos referimos a ese parentesco, muy cercano por cierto, que tiene la historia con la literatura y que a la fecha sigue produciendo estudios que buscan romper con tal relación o establecer los continentes de cada una. Quizá, un tercer grupo de este auditorio me dirá que, efectivamente, la historia es un trabajo de anticuarios que buscan entre los añejos restos aquello que le permita darle un significado al pasado visto desde el presente.

                        Pues bien, sin entrar en minuciosos detalles sobre dicha tipología, dejando esta discusión para otros espacios, les diré que, en mi opinión, la historia son todas estas aseveraciones reunidas y por separado; es ciencia desde el momento mismo que sus investigaciones parten de preguntas claras, concretas y con una intencionalidad predeterminada que en la mayoría de los casos consiste o pretende apropiarse, desde el tiempo del mismo historiador, de un lejano proceso o acontecimiento, traerlo a cuenta y darle un significado dentro de nuestra cotidianidad, por lejano me refiero a la distancia que media entre el historiador y su objeto de estudio, en palabras dichas en 1953 por Lucien Febvre se diría que: “plantear un problema es, precisamente, el comienzo y final de toda historia”.[3] Además, reúne las características que, según Steven Weinberg, distinguen a toda ciencia “... el racionalismo, el escepticismo y la independencia de pensamiento”.[4]

                        Es un arte digno de su procuración y empeño y no me refiero sólo por su forma de presentación que todavía, en la mayoría de los casos, se hace a través de la palabra escrita -con la debida aclaración que en la actualidad existen otras formas de mostrar los resultados del trabajo de investigación tales como el video, el C D, etc.-, sino en estricto sentido al trabajo de creación que lleva a cabo cada historiador, es él quien da significado y moldea nuevas formas de interpretación de nuestro pasado, este raro personaje de la sociedad actual nos muestra, en cada trabajo de investigación, diferentes contextos de un mismo proceso histórico; de aquí que, el sentido artístico de la historia se halla, según creo, en la posibilidad de creación que en sí misma conlleva un trabajo artesanal. Los artistas de la historia, obviamente, parten de los datos que sus fuentes les aportan, y estos buscadores de realidades pasadas, con sus sabias manos les dan una ubicación diferente y los presentan ante su público ya sea éste especializado o poco versado en la materia. El producto de estos artistas-científicos tarda años en su gestación, su parto es difícil y la vigencia de estos trabajos depende de los nuevos hallazgos históricos que los propios estudiosos de la historia traigan a la luz en nuevos planteamientos.

                        De igual forma, no deja de ser un trabajo de viejos (aunque jóvenes en edad) anticuarios que nos pasamos las horas hurgando en la inmensidad de ese mundo de papel que son los archivos, pretendiendo seguir la huella de otros hombres, pero lo que en realidad estamos haciendo es buscarnos a nosotros mismos.

                        Lo único cierto es que esta laboriosa pero entretenida tarea es la única forma de no morir del todo, con su ejercicio seguimos presentes, rescatamos los espíritus de su mundo etéreo para mantenerlos vigentes trayéndolos a cuenta una y otra vez cuando se les requiere en cualquiera de nuestros trabajos de investigación, todo ello, considero, es la respuesta a la pregunta planteada inicialmente.

 


Historia regional

 

                        La historia, así solamente: la historia, desde sus orígenes se ha esforzado por darle respuestas a su sociedad, en esta tarea, desde el mismísimo Heródoto, ha empeñado sus armas, ha buscado cubrir tal expectativa, ha traído a cuenta nuestro pasado remoto, mediato e inmediato con la finalidad de hacer comprensibles nuestros tiempos.

                        Todo lo anterior, en cuanto a la posibilidad de atrapar la historia macro, también llamada historia nacional, en una sola mirada, dentro de este gran recipiente que es la historia nacional existe aquella que nos acerca a las profundidades de cada rincón del acontecimiento y del conocimiento histórico dando significado a temas y aspectos que para otros compañeros historiadores no tienen gran relevancia, esta mirilla por la que algunos nos acercamos a los procesos históricos es, sin duda, la historia regional, que reúne como ninguna otra el quehacer del científico, del artista y del anticuario que hemos señalado en pasadas líneas.

                        Esta forma de enfrentarnos a nuestro objeto de estudio tiene particularidades que la hacen, no mejor ni peor, sólo diferente de otros procesos teórico-metodológicos por los que a veces se llega a resultados similares, pero con los cuales diferimos en cuanto a la forma de apropiarnos el conocimiento.

                        La historia regional, como bien lo han señalado los conocedores de la materia, es la oportunidad de construir un objeto de estudio, o una hipótesis por demostrar como lo diría Van Young,[5] se buscan interpretaciones nuevas y desde la voz de los actores a sus propias preocupaciones, difiere, y eso sólo de forma, de la microhistoria de Luis González.[6] La historia regional cubre espacios más amplios según se los vaya planteando la misma naturaleza de la investigación; además, se recrea con detalles que el estudioso de la historia nacional no toma para sí y que para el microhistoriador ya están fuera de su contexto.

                        La historia regional, así llamada por esa posibilidad de adentrarse en un mundo concreto desde diversas perspectivas que pueden ser económicas, culturales, políticas, religiosas, comerciales, etc., hija legítima de la historia sin adjetivos, ha tenido una grata presencia dentro de la historiografía en los últimos tiempos, cada vez se observa más este tipo de estudios y con diferentes miradas cuyos ejemplos sería muy largo enumerar.

                        Apuntaré a favor de esta grata posibilidad de hacer historia, o historias, que su mundo siempre está lleno de la sustancia del ser humano como figura rectora de la historia. Aquí me acojo a lo dicho por Ignacio del Río[7] sobre las regiones humanas: se ocupa y preocupa por darle un significado a la labor cotidiana de los protagonistas de esos mundos plagados de amorosas presencias que se observan en su diario trajinar.

                        La historia regional, es pues, esa gran posibilidad de acercarnos a los hombres del ayer sin la pretensión de querer abarcar todo del todo, más bien buscando las minucias que nos permitan traer a cuenta situaciones que hacen posible la comprensión del todo.

                        Sin detrimento de lo dicho hasta aquí, observamos cómo el mundo va cambiando y como, debido a ello, la historia regional se enfrenta a modificaciones en sus parámetros de estudio con la finalidad de ajustarse a las nuevas realidades y a los nuevos contextos. En este fin de milenio se nos presentan problemáticas de investigación hasta ahora nunca vistas.

 

Las regiones universales

 

                        El mundo actual nos presenta serias dificultades para llevar a cabo estudios bajo el cobijo de la historia regional, debido, en gran medida, a que las regiones han ido ampliando sus espacios territoriales y culturales. Tenemos que México ha dado paso a una macrorregión comercial desde 1994 con la firma de un acuerdo de “libre comercio” con Canadá y los Estados Unidos; del otro lado del mundo, la Europa Central es ahora un compacto conglomerado de naciones dando sentido a la Unión Europea (UE); en el sur de América existe, desde hace años, una zona de comercio con particularidades e intereses que han fijado los habitantes de aquellas latitudes; del lado del mar Pacífico, y teniendo este Océano como polo integrador de una macrorregión, se cuenta con el mecanismo de Cooperación Asia-Pacífico (APEC por sus siglas en inglés); si a ello le agregamos que un producto, en muchos casos, tiene una fabricación multinacional debido al gran auge que han tenido las maquiladoras, incluso, en ocasiones, fuera de los acuerdos comerciales aquí señalados; luego entonces, por el lado comercial el panorama se vuelve nebuloso al estudiar dichas macrorregiones, como bien lo señala Daniel Bell:

 

 “Otra característica de la economía moderna es que el mercado no conoce límites y rebasa las líneas políticas. Así, en la búsqueda de beneficio, la gama de actividades económicas se traslada de lo regional a lo nacional hasta lo internacional y, por fin, a lo cabalmente global (que difiere de lo internacional), volviéndose un mercado =único= de capital y bienes”.[8]

 

                        Si fuera sólo en lo comercial, los historiadores seguiríamos construyendo regiones a escala local con sentido político, cultural o con algún otro elemento que nos permitiera asir un mundo concreto, pero los gobiernos se empeñan en dificultarnos el trabajo suscribiendo acuerdos en los que buscan integraciones regionales bajo un marco de cooperación, tal es el caso, y sólo por citar un ejemplo, de la Organización de Estados Americanos (OEA) que desde 1948 funciona en la búsqueda de la concordia del Continente Americano. Esta organización tiene como uno de sus objetivos, aunque no se encuentra escrito, el de materializar el sueño bolivariano, es decir, unificar en una sola entidad política a la América española, agregando en dicha propuesta, claro está, a los países del norte.

                        Siguiendo este orden de ideas, tenemos que en todos los documentos oficiales de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), se habla de una región iberoamericana, unida, principalmente, por la lengua española (con las excepciones de Brasil y Portugal) y un legado histórico común, su asiento geográfico se da en la Península Ibérica en Europa y en los países que integran la América Latina en este Continente. En la pasada Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, el presidente cubano Fidel Castro hizo un llamado a sus homólogos de la región iberoamericana para llevar a cabo esta integración buscando la fortaleza en la unidad.[9]

                        De igual forma, desde 1989 con la caída del muro de Berlín –que puso fin al proceso conocido como la guerra fría entre los países socialistas y aquellos cuya economía se suscribe al amparo del capitalismo-, la unificación de Alemania ha traído sus propias transformaciones de orden político, comercial y cultural, que sin lugar a dudas nos enfrentan a una nueva fisonomía regional; además, este acontecimiento está señalado como un parteaguas en la historia mundial. Dichos cambios también son perceptibles en la ex Yugoslavia o en la antigua Unión Soviética en donde se pueden establecer polos regionales con diferentes patrones de integración. Podemos seguir nuestra lista, pero lo que aquí sólo interesa es señalar la manera en que la fisonomía política del mundo se va configurando.

                        Estos cambios en los espacios regionales o bien en la construcción de nuevas regiones son solamente algunos ejemplos de las transformaciones que el mundo va teniendo, ello por no hablar de los cambios culturales que el gran flujo de inmigrantes de México y de la América Central producen en algunas zonas de los Estados Unidos, estos flujos de inmigrantes posibilitan polos regionales claramente identificados en los cuales se prioriza la cultura latina, dando así paso a una extensión regional de su propia tierra natal, ello con las variantes necesarias para la adaptación en otro contexto. Un claro ejemplo de esto son las zonas de mexicanos y de gente de otras nacionalidades en Los Ángeles, en esta parte de la Unión Americana se hablan, incluso, 81 idiomas diferentes.[10] De igual forma, países europeos, como Francia, reciben grandes grupos de inmigrantes, principalmente del norte de África y del Cercano Oriente, que buscan ocupación, trasladando con ellos su cultura, es decir, propiciando un intercambio cultural y la extensión de su región de origen.

                        Estas macrorregiones, establecidas con fines políticos o comerciales, no se circunscriben solamente a cubrir dichas funciones -comerciales o políticas- su trascendencia va más allá, en la práctica se da, por necesidad, un intercambio cultural -lo señalado para los inmigrantes- que sin lugar a dudas, con el paso del tiempo, modificará seriamente el desarrollo de nuestros pueblos, o si se quiere de nuestras regiones históricas hasta este momento conocidas, y en la mayoría de los casos, estudiadas.

                        Tenemos, por ejemplo, que en México nuestro tradicional “día de muertos” se ve coronado con una fiesta de Halloween que en nuestro país entró como una práctica norteamericana. Este tipo de manifestaciones de importación cultural es visto u ocurre en varias actividades de nuestra cotidianidad y en muchos casos no somos conscientes de dichas presencias. La aculturación en un fenómeno característico de los procesos de integración.

                        El establecimiento de estas regiones universales hace énfasis en actividades e intereses de una sociedad de suyo más amplia, por ende más heterogénea, buscando, precisamente, la uniformidad de ciertos parámetros que sean asequibles a cada pueblo dentro del marco de su competencia; de aquí que en lo político tengamos que importar, por ejemplo, modelos democráticos -el caso del bipartidismo como en los Estados Unidos, al cual aspiran algunos de los políticos[11] de este país-; en cuanto a lo económico, el modelo chileno se pensó, en algún tiempo, sería la panacea que borraría todos nuestros males en ese terreno; en fin, ha sido doloroso nuestro ingreso al mundo globalizado. Asimismo, habrá que entender que dichas transformaciones son reflejo y consecuencia de un debilitamiento de los Estados nacionales frente al proceso de globalización.[12] Ejemplo de lo anterior, son los estados o provincias separatistas que desean desligarse de una federación o pacto común, Quebec, en Canadá, es un caso de esta naturaleza. Estas integraciones multinacionales nos plantean dos escenarios insalvables, por un lado tenemos a la sociedad de consumo; por el otro, una sociedad con un fuerte apego a los fundamentalismos religiosos o étnicos.

                        No quiero dejar la impresión de que me opongo al “desarrollo” o al “progreso” que van teniendo nuestros pueblos, o que quiero traer a cuenta pensamientos de cepa nacionalista –que por otra parte, cabría señalar, existen diferentes grupos de corte nacionalista en distintos países que se oponen a la integración, como ejemplo el caso de los pueblos islámicos-, lo que desde un principio se planteó en esta ponencia es la reflexión sobre las adecuaciones que debe ir cubriendo nuestro trabajo como historiadores al enfrentarnos a la pregunta: ¿qué es una región histórica?,[13] si como vemos los espacios de las ahora llamadas regiones se extienden a límites antes no abordados, para estudios de esta magnitud o de semejantes extensiones el caso más conocido es el de Braudel y su espléndido trabajo acerca de El Mediterráneo[14] en que lleva a cabo un dibujo finamente acabado sobre una macrorregión.

                        Luego entonces, se nos presenta como una obligación adaptarnos a estos cambios que va teniendo el mundo en este intento por llegar a establecer una sola región universal[15] propiamente llamada, en donde sin importar el lugar se encuentren suficientes elementos que lo hagan sentir a uno como en su propia tierra, los estudios de historia regional necesariamente deben de tener en cuenta estas transformaciones más allá de si se quieren seguir o no. Como se ha visto, no ponemos el énfasis en los intereses de índole económica que pueden tener los Estados para suscribir acuerdos de cooperación, lo que traemos a cuenta es la necesidad de observar los cambios que el mundo está experimentando y cómo dichos cambios repercuten en la elaboración de investigaciones cuyo propósito es mostrar las conexiones regionales. De aquí que, a futuro, los estudios regionales tendrán que partir de divisiones nuevas, es decir, hablaremos de microrregiones como aquellos espacios locales que tiene su asiento en una superficie de cierta proximidad, quizá nos referiremos a aquellas cuya base geográfica no supere las fronteras de una nación o incluso sólo un par de estados o provincias.

                        Las macrorregiones estarán integradas por dos o más naciones en cuanto a su marco territorial, América del Norte, Mercosur, Pacto Andino, Unión Europea, etc., ineterrelacionadas, en su mayoría, por el factor económico y el aspecto comercial, que no el único, pero sí muy importante en estas conexiones.

                        Las regiones virtuales estarán definidas por la aplicación de las nuevas tecnologías de comunicación, el internet como herramienta principal, es decir, serán aquellos polos de interacción social posibilitados por el uso de los nuevos medios de comunicación, no sólo ligados al comercio sino a cualquier otra actividad de la sociedad.

 


Del taller al internet[16]

 

                        En este último apartado obviamos los intereses de mercado y económicos que están en el trasfondo de este arrasamiento tecnológico, de suyo el elemento más importante que guía dichos cambios; por ello, considero que este elemento, el económico, necesita por sí mismo un tratamiento por separado y a profundidad que habrá que estudiar en los tiempos venideros para entender todas estas adecuaciones del mundo. En ese sentido Marcos Kaplan señala que: “El crecimiento y la integración internacionales se dan sobre todo bajo la forma de enclaves técnico-económicos y socioculturales que contribuyen a la creación de nuevos polos y ejes socioeconómicos y a la apertura de brechas internas en la economía, la sociedad, la cultura y el sistema político”.[17]

                        Por otra parte, los polos hemisféricos, en cuanto a comunicación se refiere, se han unido, virtualmente hablando, al grado de “estar” en otra parte del mundo consiguiendo información o datos de interés, en cuestión de segundos, debido a la magia del internet. Daniel Bell refiere que “(el internet) se ha convertido en la manera de unir la imaginación colectiva”.[18] Por su parte, Denise Pelissier ha definido el internet como una aldea electrónica,[19] dicha definición en sí misma es una propuesta de aldea universal carente de fronteras geográficas lista para interactuar.

                        Con esta poderosísima tecnología las fronteras de las naciones se desdibujan cada vez más transformándose en fronteras imaginarias o virtuales, los espacios regionales se modifican a velocidad asombrosa, tanta que en muchos casos ni lo percibimos; al volver los ojos cada región tiene interconexiones diferentes que por ende dan forma a nuevas estructuras que habrá que ir considerando y conociendo; dichas estructuras, integran regiones de carácter eminentemente virtual, es decir, con capacidad de crear una entidad regional perfectamente reconocible en donde se pueden observar las interconexiones que se dan con las nuevas tecnologías. Tenemos por ejemplo que para realizar un pedido de autos a cualquier empresa que se dedique a su venta, no es necesario acudir al lugar donde se encuentra la planta armadora. No obstante, interactuamos con las personas que los fabrican por el uso mismo del artículo en cuestión, la calidad, etc. De igual forma, vía internet, se puede visitar el “Museo del Prado” y bañarnos en las profundidades de su inmensa inspiración cultural sin necesidad de estar de manera corporal en España.

                        Por lo anterior, la historia regional, vista con los nuevos parámetros de la configuración multinacional, que se ocupe de encontrar los elementos que dan coherencia o aglutinan a una región virtual formada por las nuevas tecnologías, deberá tener presente los cambios en lo social, en lo cultural, en lo intelectual, en lo político, en lo económico, etc., observando todos los movimientos que la misma sociedad le muestre y relacionados con los usos de las nuevas tecnologías.

                        Luego entonces, el internet le presenta al historiador serios problemas de índole teórica, es decir, habrá que ir asumiendo las nuevas características que el nuevo orden mundial nos plantea, así como la manera en que de ahora en adelante se relacionarán las personas que, como consecuencia, trae nuevos parámetros para la investigación con planteamientos nuevos a preguntas igualmente nuevas.

                        De ningún modo se piensa que nuestro oficio pasará a verse como un oficio de segunda ni mucho menos, lo cierto es que con mayor frecuencia los archivos históricos son ahora archivos electrónicos -guardados en mini disquettes- al alcance de quienes tengan la posibilidad de contar con las herramientas tecnológicas necesarias, que, incluso, cada vez son más estas posibilidades, el acceso al mercado de las computadoras otorga día a día mayores facilidades para la adquisición de un equipo de cómputo cargado con todos los adelantos en la materia, o bien, casi todas las escuelas superiores les brindan a sus alumnos la posibilidad de acercarse al internet y la posibilidad de contar con una dirección electrónica, esto sin mencionar que ya se cuenta, en la práctica, con estudios de posgrado de los llamados “a distancia”, qué sin que el alumno tenga que pisar, necesariamente, el campo universitario puede obtener un grado académico superior, y no me refiero en esta modalidad de estudios solamente a universidades particulares, sino también señalo el caso de instituciones públicas como el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) que ya cuentan con tales esquemas de enseñanza.

                        En esta parte haremos un breve recuento de los equipos informáticos que el INEGI reporta para México.

 

 

1993

1994

1995

1996

Línea telefónica por cada 100 habitantes.

7

9

11

13

Infraestructura eléctrica (por millones de hogares)

90%

91%

92%

93%

Computadoras personales por cada 100 habitantes

 

3

 

 

Hogares con computadora personal.

 

3%

 

 

Fuente: Página web del INEGI www.inegi.gob.mx (informática/estadísticas).

 


                        Desgraciadamente no contamos con datos oficiales más actualizados que los presentados, pero sabemos que la tendencia ha ido en aumento en forma considerable.

                        Los cambios que estamos viviendo nos traen a cuenta nuevas posibilidades de estudio, las transformaciones surgidas con la “revolución informática” en los últimos treinta años son asombrosas; además, estas tendencias de crecimiento tecnológico parecen irreversibles. Sin lugar a dudas, el hombre de mediados de siglo que tuviese veinte años en aquella época lejos estaba de imaginar siquiera lo que sus ojos verían más tarde, hoy somos capaces de creer lo que se nos plantee como invento o adelanto científico sin que tengamos un asomo de duda, lo que también es una realidad es que nuestra capacidad de asombre ha ido perdiendo terreno debido a la velocidad con que nos enteramos de los adelantos de la ciencia.

                        Adaptarnos a la velocidad de estos procesos es el reto que tenemos frente a nosotros en este fin de milenio. Esta adaptación tiene sentido al concluir que el trabajo del historiador es necesario aún en esta sociedad tecnologizada, en donde cada vez, en menor medida, se preocupa por el registro documental, dando prioridad a la visualización de la imagen, inmersos en lo que han dado en llamar la “cultura de la imagen”. De aquí que habrá regiones que tendrán ese sentido virtual, es decir, las buscaremos al ubicar algunas interconexiones de comunicación que traigan a cuenta el sentido histórico de los cambios que la sociedad va enfrentando.

                        El historiador de los años venideros tendrá que acercarse a la fuente hemerográfica, como abrevadero, cuando decida plantear la historia de mundos pasados, haciendo las consideraciones que cada fuente requiera, conociendo para ello sus orígenes, motivaciones, la currícula de sus articulistas, la importancia que representó en su tiempo y ante su sociedad dicha publicación; de igual forma, la historia oral tendrá auge en la reconstrucción del pasado próximo ya sea utilizada en el nivel de lo que a futuro será lo microrregional -ello si se acepta la concepción de las macrorregiones aquí señaladas-, como también para la elaboración de biografías de cercanos personajes, cercanos en el tiempo claro. Horacio Guadarrama[20] ha señalado que la historia oral permite conocer el punto de vista de los involucrados en el desarrollo de la historia, la vida cotidiana de los mismos, sus valores, aspiraciones, etc.

                        Asimismo, la historia comparada[21] nos permitirá acercarnos a lo que sucede en diferentes polos geográficos, pero que guardan un punto de encuentro en algunas de sus manifestaciones de vida, dando con ello paso a una región fuertemente interrelacionada que será reconocible como una verdadera entidad histórica.

                        Sin duda, para la elaboración de estas investigaciones las visitas a los archivos seguirán siendo frecuentes, sobre todo a los archivos diplomáticos, allí encontraremos las huellas que nos acercarán a la comprensión y construcción de las regiones en que ahora se integran e integrarán nuestros terruños que imperceptiblemente también se han modificado en este gran concierto multinacional.

                        Con responsabilidad habremos de asumir la tarea que nos corresponde al dar respuesta a las interrogantes de esta nueva fisonomía del mundo y sus cada vez menos precisas divisiones en lo económico, lo político o lo cultural, en todo aquello que da cuerpo y sentido a una región histórica, adoptando, para ello, la postura del humanista crítico comentada por Mónica Prieto, en la que el científico “entienda y se adapte a la velocidad del proceso de los cambios”.[22]

                        La tecnología actual y del futuro, como hemos visto, transforma el devenir cotidiano de los hombres, seres históricos que poco a poco tratan de adaptar sus usos y costumbres dentro de estos marcos de referencia; no obstante, seguiremos afanosamente nuestra tarea, sin olvidar, desde luego, que nuestro centro rector, que el ingrediente indispensable para nuestras regiones históricas sigue siendo la sustancia humana, que el hombre con toda su complejidad y lo que a él corresponde, es lo único que nos sigue interesando presentar, que su huella es la que seguimos los historiadores, que la finalidad de la región histórica es traer a cuenta el paso de los hombres que hicieron posible nuestro presente, observando a este ser histórico desde sus propios quehaceres que inicia con el despunte del alba y no abandona sino hasta escuchar el canto nocturno de la cigarra.

 

 

Ciudad de México, diciembre de 1999.

 

 

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[1] Citado por Cinna Lomnitz, en “Ciencia y política”, en Nexos de enero de 1997. Pág. 35.

[2] Para este asunto de los hechos históricos se puede consultar ¿Qué es la historia?, de Edward Carr, lo mismo que el capítulo de “historia” en Antropología filosófica de Ernest Cassirer.

[3] Lucien Febvre, Combates por la historia. Pág. 42.

[4] Steven Weinberg, “La ciencia y sus problemas en el fin de siglo”, en Vuelta No. 247. Pág. 21.

[5] Erick Van Young, Haciendo historia regional: consideraciones metodológicas y teóricas.

[6]Luis González y González, Invitación a la microhistoria.

[7]Ignacio del Río, “De la pertinencia del enfoque regional en la investigación histórica sobre México”, en Históricas, diciembre de 1989.

[8] Daniel Bell, “Reflexiones al término de una época”, en Vuelta No. 245, abril de 1997, Pág. 12.

[9] Discurso de Fidel castro en la IX Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, celebrada en La Habana, Cuba, el 15 y 16 de noviembre de 1999.

Se pueden consultar las nueve Declaraciones de estas Cumbres en: www.oei.es.

[10] Considero oportuno remitir al lector al artículo “La raza cósmica en Estados Unidos” de Ryszard Kapuscinski, publicado en Nexos de enero de 1997.

[11] El senador por el PRI Eduardo Andrade, se refirió a este sistema bipartidista como la “democracia madura” frente a la democracia incipiente que México tiene en la actualidad, entrevista que le hicieron en el programa radiofónico Monitor, del 1 de diciembre de 1999.

[12]Serge Gruzinski, hace énfasis al respecto en su artículo “Entender el mestizaje”, publicado  en Letras libres de junio de 1999.

[13] En ocasiones anteriores he planteado la idea de región histórica como “la expresión de procesos sociales (humanos) conceptualizados en el tiempo con una base geográfica” en Yañez Bernal, Mauricio. El insurgente José Francisco Osorno y la Revolución de Independencia en los Llanos de Apan 1810-1821. Un estudio regional.

México. Tesis de licenciatura. ENAH. 1999. Pág. 8.

[14]Fernand Braudel, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II (2 tomos).

[15] Porfirio Muñoz Ledo, candidato a la presidencia de México por el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), en el programa de televisión Zona Abierta, transmitido el sábado 20 de noviembre de 1999, hizo énfasis en la integración multinacional, allí mismo se refirió a la formación de una “nación latinoamericana”, que según él estaría integrada por México y los países de Centro y Sudamérica.

[16]Para los efectos de esta ponencia se recurrió a la publicación El Correo de la UNESCO (en español) de febrero de 1995, debido a que dicha revista llega a más de 150 países, es publicada en 30 idiomas y presenta especialistas en cada tema. No obstante existen, ahora, cientos de títulos que hablan sobre la sociedad y el internet.

[17] Marcos Kaplan, “Integración internacional de América Latina: Aspectos políticos”, pág. 104.

[18] Daniel Bell, “El despegue de la era digital”,  en Letras libres No. 4, pág. 27.

[19]Denise Pelissier, “Internet. Invitación a viajar”,  en El Correo de la UNESCO. Febrero de 1995, Pág. 19.

[20] Horacio Guadarrama. Historia oral: Usos y abusos. Pág. 71

[21] Como ejemplo de estudios de historia comparada se puede consultar el artículo de John H. Elliot, “Tienen las Américas una historia común”, publicado en Letras libres, de junio de 1999.

[22] Mónica Prieto, “El Humanismo en la era digital”, en Nexos, diciembre de 1999. Pág. 92.